miércoles, 25 de enero de 2017

FIC: "ALGO NUEVO", POR LADYARADIA (III)


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Efectivamente, como el abogado le había advertido a Tom, la noticia de que los documentos que atestiguaban su petición de divorcio a Ria Sommerfeld estaban ya en la corte judicial de Los Ángeles, fue publicada en un sitio web llamado TMZ, especializado en esos temas.

La reacción no se hizo esperar, tanto de sus fans —quienes no entendían cómo Tom había estado casado con alguien sin que nadie tuviera la más mínima sospecha y se sentían dolidos por el secretismo— como de Simone. Ella fue la primera en hacer sonar el teléfono de Tom para preguntar si todo era cierto o aquello no era más que sensacionalismo.

—Es cierto, mamá. Ria y yo... no tenemos futuro.
—Pero... ¿cómo que no? Llevaba más de cinco años de novio con ella, decidiste hacerla tu esposa al fin, y luego, tan poco tiempo después, se acaba todo...
—Pues, ya que estás tan enterada de los chismes sobre nosotros, ¿no viste en ninguna parte que Ria tiene otra pareja, se droga y, peor, deja que la grabe ese tipo y suba esos videos a youtube? —la realidad era otra: Shiro había ideado que Ria mostrara ese comportamiento errático, a cambio de una cuantiosa suma de dinero, de modo que la repentina decisión de divorciarse de Tom estuviera algo más justificada en el ojo público; si no, todo lo hecho hasta ese momento para encubrir lo que este tenía con su gemelo habría sido en vano y las sospechas volverían a aparecer.
—¡No lo creo!
—Puedes buscarlo tú misma.
—¿Lo hacía mientras estaban juntos... ustedes dos?
—No, pero...
—Entonces entiendo que la pobre chica se ha sentido humillada y ha reaccionado así. Te lo advertí, ¿no?, que Bill destruiría tu matrimonio si seguías pegado siempre a él.
—Mamá, Bill no tuvo que ver... —al escuchar que pronunciaran su nombre, Bill, que hasta ese momento había permanecido en silencio no queriendo hacer notar su presencia a su madre, se puso en alerta, dejando el lento masaje en el cuero cabelludo de Tom que hasta ese momento hacía y tocó el ícono de altavoz en la llamada sin que Tom lo detuviera.
—¡No lo defiendas! Siempre es lo mismo: Bill no te deja en paz, Bill te domina y tú te dejas... ¿Por qué, Tomi? ¿Es que nunca voy a poder ser feliz? ¿Nunca voy a poder superar este castigo? ¿Qué hice para que Dios me pague con esto? —el rostro de Tom decayó ante esas palabras y Bill no pudo aguantarse más; le quitó el móvil de las manos y lo acercó a su oreja.
—No metas a Dios en esto, mamá. Estoy seguro de que si existe un Dios que es amor tiene que entender...
—¡No blasfemes, Bill! ¡No te atrevas a decir eso! Dios jamás aceptaría esa abominación que insinúas. Yo... debí imaginar que estabas ahí controlando a tu hermano, como siempre. ¡Regrésale el teléfono ahora mismo!, aún tengo cosas que decirle.
—¡Yo también tengo cosas que decirte a ti!  —ante esas palabras Tom intentó tomar su móvil de vuelta pero Bill se alejó; Tom lo miró suplicante pero en ese momento nada podía detenerlo, tenía demasiadas cosas atascadas en la garganta para decirle a su madre—. Tú no sabes nada del amor, ni siquiera del amor de pareja; tienes una relación inmadura con Gordon que sí te ama pero tú solo lo usas a tu antojo...
—Eso no...
—Es lo que yo veo. Tú juzgas a todos como si fueras superior, pero nunca fuiste tan buena madre como te crees; no estuviste realmente cuando te necesitábamos, solo nos dejabas hacer lo que nos viniera en gana para evitarte problemas, ¿y ahora vienes a juzgarnos? Tom y yo somos uno, lo hemos sido siempre, a pesar de que siempre intentes separarnos...
—Tú... eres el demonio que corrompe a tu hermano, él no...
—Sí, yo, yo siempre soy el culpable, ya lo sé; tal vez nos merecemos, yo soy tu castigo y tú el mío...
Tom se sentó con las manos en la cabeza, abatido, aquello estaba llegando muy lejos. Del otro lado de la línea hubo silencio por unos segundos, y se oyó un sollozo, luego la voz de Simone volvió con un tono entre triste y severo.

—Si no fueras idéntico a Tom, creería que no eres mi hijo.

Esa estocada hirió a Bill profundamente; le alargó el teléfono a Tom y se fue hacia la habitación; Tom sabía que estaba llorando y no quería que lo vieran. Se acercó el móvil a la oreja nuevamente.

—¿Mami? —se oyó otro sollozo del otro lado.
—¿Por qué lo haces, hijito? ¿Por qué me lastimas? ¿Por qué dejas que Bill me lastime así? Me están matando, ¿sabes?
—Yo... debo colgar...
—No, Tom, no vayas tras él una vez más; no te pongas de su parte en esto, por favor, te lo ruego.
—Mami, perdóname pero... Bill es mi vida... nada me importa más que él.
—Tom, no... —la voz de Simone se apagó cuando Tom no solo cortó la llamada sino que apagó su teléfono.

Subió las escaleras hacia la habitación que compartía con su gemelo y lo encontró con la cabeza enterrada en una almohada y su espalda se movía dejando ver que lloraba; eso le recordó una vez que había visto esa misma escena cuando acababan de cumplir 18 años y la depresión de Bill que le siguió a eso.

—Tampoco es que seas una víctima inocente, Billy; así que... basta ya, deja de llorar. Yo estoy aquí contigo, ¿no?

Bill levantó el rostro húmedo de lágrimas, los ojos enrojecidos.

—Es solo que... duele comprobar una vez más que mi madre no me quiere, que le molesta que sea su hijo.
—No es así; vamos, Bill, ¿cómo quieres que reaccione? Sus hijos son unos incestuosos y ella...
—Y ella solo me odia a mí. Tú no, tú eres su hijito bueno, el angelito corrompido por el diablo de su gemelo. ¿Por qué no le dices que jamás estuviste casado en verdad con la zorra? No, no puedes decepcionar así a tu mami, ¿verdad? Y mientras yo sigo aquí, cargando todas las culpas. No soy una víctima, no; pero tampoco soy un victimario. No te he obligado a nada, jamás; tú estás conmigo porque quieres...
—Estoy contigo porque te amo... más allá de todo. Ni yo mismo entiendo por qué es así, pero es... y jamás será de otro modo. Ven, anda —lo haló hacia él y lo abrazó; Bill terminó de sollozar sobre su hombro antes de que Tom empezara a llenarlo de besos ansiosos: la discusión con su madre le hacía desear reafirmar esa unión con su gemelo que iba desde lo espiritual hasta lo físico en maneras inexplicables.

Bill se dejó llevar por la pasión de su gemelo y ambos se desnudaron de las pocas ropas que llevaban dentro de su casa en el cálido clima de Los Ángeles. Tom lo iba a hacer suyo, algo que no ocurría muy a menudo, y Bill se descubrió ansiando ese momento, necesitando abandonarse a las decisiones y las maneras de Tom, dejar el control en manos del otro por una vez. Cuando al fin Tom entró en su cuerpo, manteniéndolo firmemente abrazado contra sí al mismo tiempo, nuevas lágrimas salieron de los ojos de Bill, pero esta vez de felicidad.


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noviembre/2016

Estaba casi por terminar el año y muchas tensiones se acumulaban sobre los dos, empezando por el hecho de que debían encontrar una disquera para representarlos, puesto que habían roto su contrato con Universal y, a pesar de que entre Bill y Tom habían compuesto todas las canciones del nuevo álbum poniendo en ellas toda su alma, y de que Tom haría toda la producción musical, aún necesitaban publicidad, promoción, representación en ventas y tours que solo una gran empresa musical podía proporcionarles.

Otra causa permanente de tensiones era el hecho de que Simone ignoraba por completo a Bill, y que este seguía reclamándole a Tom el que no la enfrentara por eso y aceptara hablar con ella normalmente sin que Bill fuera mencionado.

Georg vino a la ciudad con el fin de discutir con ellos una propuesta: la empresa alemana ProSieben1, más específicamente una de sus sucursales nombrada Starwatch les había ofrecido representarlos para el próximo álbum. Todos confiaban en Georg para las cuestiones financieras así que escucharon sus explicaciones y aceptaron su consejo de acceder al contrato. De ese modo, indirectamente pasarían a tomar parte en el aparato publicitario de Sony Music. Tras ponerse de acuerdo, los tres tuvieron una reunión con Markus Hartmann y Erik Julicher, director principal y publicista de Starwatch, respectivamente, quienes también habían venido a la ciudad y con la aprobación de Gustav, quien aún se mantenía en Alemania junto a su esposa y su pequeña hija, firmaron.

Antes de que Georg partiera, los tres salieron por la ciudad y luego se reunieron en el estudio. Muy pocas personas fuera de los 4 miembros de la banda habían escuchado las canciones compuestas en su totalidad por Bill y Tom; y Tom, como productor musical que era, estaba ansioso por hacer escuchar de primera mano a su amigo, quien también llevaría gran parte de la responsabilidad musical cuando tocaran en vivo más allá de su tradicional bajo, los nuevos arreglos.

—Todo esto será una gran sorpresa para nuestro público —apuntó Georg— y las letras... creo que están siendo tal vez... ¿demasiado valientes? No sé, a veces la libertad conlleva sacrificios demasiado grandes.
—Geo, tú y Gus siempre nos han apoyado, y confiamos en ustedes; sigan confiando en nosotros y todo estará bien —Bill le puso una mano sobre el hombro y Georg lo miró sonriente.
—De acuerdo. Siempre podemos dar a entender que te inspiras en... mi relación con Tom. Torg, ¿no?, así le llaman, jaja, las fans enloquecerían.
—Aman el Toll también —intervino Tom antes de tomar la mano de Bill entre las suyas.
—Ya lo creo; unas lo aman y otras lo odian... —soltó Georg.
—No podrían odiar algo que yo inventé; me aman por sobre todo.
—Ah, ya le salió el ego —se rio Bill y miró a Tom a los ojos—; yo te amo por sobre todo, así que el resto de los que te aman... que se jodan, incluyendo a este —golpeó a Georg en la cabeza.
—Auch; ya, ya, ya sé que no hay que meterse con la propiedad de Bill Kaulitz.
—Yo no soy pro... —Bill le clavó la mirada otra vez y Tom solo se calló, asintiendo, un poco sonrojado. A Bill le encantaba esa capacidad de Tom para ruborizarse frente a él.
—De acuerdo, yo solo... los dejaré solos antes de que empiecen a besarse frente a mí, o algo peor. Igual tengo que terminar de empacar mis cosas. Tom, me vas a llevar al aeropuerto, ¿cierto?
—Sí, claro...
—Y yo iré con él, de copiloto, para que no te hagas ilusiones —acotó Bill y Georg solo se echó a reír mientras salía.

Cuando se quedaron solos en el estudio, realmente comenzaron a besarse como si nada más importara. Trataban de soslayar los problemas cuando estaban juntos, pero la verdad era que solo en la parte pasional todo iba de maravillas porque en el convivir cotidiano, y hasta en los asuntos de trabajo, surgían roces que a veces escalaban a grandes dimensiones. La presencia de Georg con ellos había aplacado un poco los ánimos, pero las reacciones de posesividad y celos sin razón que Bill estaba mostrando eran ejemplos claros de que las cosas no estaban bien, de que no se sentía seguro.

Lo despidieron con abrazos, diciéndole que estarían en contacto todo el tiempo y que pronto se verían todos en Alemania; fue entonces, cuando ya Georg se marchaba despidiéndose de lejos con un gesto de la mano, que Tom notó el rostro triste de Bill.

—¿Qué te pasa, Bibi? —le buscó la mirada pero Bill la rehuyó.
—Es solo que... pensé que vamos a Alemania pero... que mamá no me aceptará en su casa. Supongo que pasaré Navidad solo, a no ser que tú...
—Le prometí a mamá que íbamos a estar con ella en Navidad. Bill, tú puedes...
—¡No; no puedo! Ella no me ha dicho que me considera su hijo, así que... no iré a molestarla.
—¡Ah, Billy...!
—Basta; Tom. No debemos hablar estas cosas en lugares públicos. Vámonos a casa.
—De acuerdo —sin decir nada más, Tom sacó las llaves del auto de su bolsillo y caminó hacia el parqueo. Durante el regreso a su casa, permanecieron en silencio.

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noviembre 12/ 2016

El silencio se volvía algo tangible. No es que no hablaran de pequeñas cosas, de sus perros, de la comida, de a quién le tocaba bañarse primero, pero evitaban concienzudamente tocar los temas dolorosos, los temas sin resolver entre los dos. Claro que esa situación era un peligro, puesto que se acumulaban tensiones que en cualquier momento podían explotar.

Estaban en el estudio cuando sucedió. No acababan de ponerse de acuerdo sobre uno de los temas, y a Tom le parecía que Bill estaba especialmente caprichoso e intransigente. Entonces, tras gritarse “Estás siendo intransigente” y “Estás siendo un estúpido”, Tom se paró para poner sobre la mesa algunas cosas que había estado pensando ya por muchos días.

—Escucha, Bill, he estado pensando que Shiro ya no podrá representar a la banda.
—¿Por qué no? —la cara de Bill mostraba desacuerdo.
—Pues porque la empresa que nos representa ahora está en Alemania, y... quiero que volvamos a Alemania.
—¡¿Qué?!
—Tú se lo dijiste a la prensa, que si ganaba Trump nos marcharíamos de U.S.A., ¿no?
—Ah, Tom, sabes que estaba fanfarroneando. Pero si me fuera de aquí no sería a Alemania, y lo sabes bien. Allá no somos libres, allá estamos en peligro, allá...
—Allá está mamá...
—Sí, eso, allá está mamá, y ya tengo bastante con que me persiga y me haga la vida imposible por teléfono o cuando nos visita; no quiero estar cerca de ella.
—¡Es tu mamá! ¡Nacimos ambos de ella, el mismo día! ¡No pueden estar peleados así, Billy!
—Ella es tu mamá, no la mía, porque ella así lo ha decidido. ¿No la escuchaste?
—¡No puedo creer que digas eso! Pase lo que pase es nuestra madre...
—¿Sí? Solo ve y confírmale que me amas y me deseas, que me buscas cuando yo te dejo tranquilo, que te metes en mi cama como perra en celo...
—¡Basta! Estás llegando lejos, Bill, ¡no me hables así! No soportaré que me humilles y rebajes como siempre intentas hacer, ya no soy ese Tom.
—Ah, entonces es cierto, soy yo quien te humillo, te rebajo y... y te violo, ¿verdad? Pobrecito Tomi; deberías correr donde tu mamita para que te consuele, ¡bien lejos de mí!, ¿eh? —lo enfrentó desafiante y Tom no pudo controlar su mano que se impulsaba para darle una bofetada; la detuvo en el último instante.
—Me estás sacando de quicio, Bill; basta ya.
—Basta, Tom, basta —bajó la voz pero con un tono aún más amargo—. Me largo…
—¿Qué quieres decir?
—Me voy a vivir a otra parte, arrendaré un apartamento o algo.
—Bill, ¿te das cuenta de lo que dices? ¿Estás rompiendo lo nuestro? ¿Después de… todo lo que hemos pasado?
—Tú lo estás rompiendo. Nos hemos herido mucho ambos hasta hoy, y nos hemos perdonado mucho, pero yo ya no voy a seguir siendo el culpable de todo. Ya sé que necesitamos estar juntos y… lo estaremos, trabajaremos  juntos, pero no viviremos juntos, no dormiremos en la misma cama, no mientras sientas que soy quien te… ¿cómo dijiste?, humilla y rebaja. Me recordaste mucho a Simone diciendo eso. Y debe ser porque tú eres su hijo, el único que ella hubiera querido.
—Estás exagerando las cosas…
—Es posible. Yo… voy a salir, a pensar…
—¿Adónde vas a ir? ¿Y solo?
—Le pediré a Shay que me acompañe; sí, eso haré.

 Salió, dejando a Tom ahogándose en un océano de angustia: las cosas habían llegado a un punto de inflexión, ese podía ser el final de todo, o el principio de algo nuevo…

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Como siempre, Shay estuvo ahí para Bill cuando él la necesitó; ella era una excelente amiga y pensó en cuánto la extrañaría si realmente se marcharan de Los Ángeles.  El rostro de Bill mostraba contrariedad y pesar, y ya cuando estuvieron sentados en una mesa del club, ella se atrevió a preguntar qué ocurría.

—Es Tom. Nos hemos peleado feo esta noche.
—Ah, Bill, estoy segura que pasará. Ustedes siempre lo arreglan.
—No sé, esta vez casi me golpea; nunca vi a Tom así…
—¿Y no lo provocaste para eso?
—Sí, supongo que lo hice. Es que… no puedo más, mami Shay —los ojos de Bill estaban rojos y las lágrimas pugnaban por salir—. No puedes siquiera imaginar hasta dónde llega mi amor por Tom; no creo que ni siquiera él lo sepa. Y sé que he cometido errores, que no soy perfecto, pero lo he dado todo por este amor, soy capaz de todo, por este amor y por él. Pero mi madre…
—Ah, ¿Simone los está molestando otra vez?
—Ojalá mi mamá fuera como tú, pero ella es intransigente, controladora y, a veces, muy cruel. Tom la deja manipularlo en mi contra, la deja creer que él es una víctima mía, de mi egoísmo y dominación, ¿entiendes? Él posa como el pobre chico al que no le queda otra opción que someterse a mis deseos.
—Pero entre ustedes todo es consensuado, no hay víctimas.
—Ya lo sé; pero Simone no quiere aceptarlo. Tom es su niño bueno y yo el diablo que nació con él, punto. Ella me ignora por completo porque le dije unas cuantas verdades, pero Tom… él sigue posando como el hijito bueno que no puede decepcionar a su madre. Y ahora quiere… irse a Alemania.
—¿Qué? Pero ustedes corren peligro allá, ¿o no? Está bien por unos meses, pero no tener un hogar permanente allí.
—Pienso lo mismo. Pero Tom parece que ha olvidado todo lo malo que vivió allí y solo piensa en estar cerca de su mamita. Me dijo que Shiro ya no podrá ser el mánager de la banda porque la empresa que nos representa es alemana y qué sé yo…
—Oh, vaya, la cosa es grave; creí que lo llevaban bien con Shiro.
—Sí; lo siento.

Se hizo un silencio entre ambos, que se rompió cuando unas amigas, casi todas modelos, llamaron a Shay a su mesa.

—Regreso enseguida, Bill —se excusó ella—. No te muevas de aquí, ¿sí? —él asintió y se quedó allí, bebiendo de su trago de vodka, y pensando. Las cosas habían llegado a un punto de inflexión, ese podía ser el final de todo, o el principio de algo nuevo…


FIC: "ALGO NUEVO", POR LADYARADIA (II)


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Confesarle su plan de venganza que implicaba a Ria fue el inicio de ese otro momento de sus vidas. Bill le gritó mentiroso, cruel, y luego lloró en sus brazos aliviado por saber que esa mujer que él sentía le arrebata a su gemelo y con ello le arrebataba el alma, no era nada realmente para Tom sino una “escort” de lujo a quien le pagaba para actuar como su novia ante todos los ojos. Y Bill reconocía que habían sido convincentes pues habían logrado convencerlo no solo a él, sino también a Simone y a los Gs.

Es verdad que Ria nunca vivió con ellos en su casa, pero al inicio de que la chica se mudara también a Los Ángeles —donde se había inscrito en una carrera de Antropología en la UCLA que parecía nunca terminar—, antes de la debacle de su relación con su gemelo, Bill había accedido a que ella se quedara un tiempo cuidando a sus perros en la casa que tenían en Tarzana mientras ellos viajaban con la banda a sus compromisos en Rusia y Japón, porque no veía peligro ninguno en ella.

Luego que Tom se enterara de lo que había pasado realmente aquella noche de fines de agosto de 2010 entre Bill y Verina Marcel, todo eso cambió. Todos quedaron asombrados al saber que el coste de la universidad a la que asistía Ria realmente lo pagaba Tom, así como todas las cirugías estéticas correctivas que ella insistía en hacerse. Tom pasaba mucho tiempo con ella y parecían una verdadera pareja, al menos delante de Bill y el resto de sus amigos; aunque Tom jamás era muy cariñoso con Ria cuando estaban frente a alguna cámara fotográfica o de video.

Durante ese tiempo en que Bill creyó firmemente que Tom y Ria eran realmente novios y temía todo el tiempo que Tom cometiera el error de dejarla embarazada —puesto que sí, los había escuchado teniendo sexo en su propia habitación compartida mientras él perdía el quicio por los celos y la decepción— su única esperanza estribaba en que su gemelo seguía metiéndose en su cama, a veces en su ducha, y seguía coqueteándole cada vez que se daba una oportunidad. Bill jamás desistió, pero su frustración solo era aliviada con dosis de alcohol, marihuana, y a veces éxtasis, heroína o cocaína. Afortunadamente, Tom había reaccionado a tiempo para salvarlo de una caída en picada, aunque no de una enfermedad oportunista que venía a hacerle más difícil la vida.

Levantarse y recuperarse de nuevo, pararse de nuevo en sus pies, se convirtió en una lucha de todos los días en las que ambos tomaban parte: Bill, intentando mantenerse “limpio” y calmado; Tom haciendo presión para que Bill no flaqueara.

Fue entonces que las cosas se complicaron con Ria, puesto que, a pesar de que Tom creyera que ella estaba agradecida por todo lo que él la había apoyado en su vida de Los Ángeles, y la consideraba una compañía simpática y una buena amiga, Bill tenía razón en sus intuiciones acerca de ella: era una mujer oportunista, falsa y capaz de enormes bajezas para lograr ascender en el plano social.

Por supuesto que Ria notó el cambio que se operó en Tom tras que este y Bill se reconciliaran al fin, y no estaba ajena a los rumores que recorrían las redes acerca de cómo ellos se saltaban las fronteras de la hermandad, por lo que aprovechó a su favor la ingenuidad de Tom: pronto tuvo pruebas (conversaciones grabadas, videos tomados con cámaras escondidas) que dejaban muy claro qué tipo de relación llevaban verdaderamente los famosos gemelos Kaulitz; pruebas que aunque tal vez no fueran aceptadas por un tribunal sí serían un manjar para las revistas de chismes y escándalos. Por si no bastara con ello, se las arregló para atraparlos en una situación comprometedora (besándose, un poco pasados de copas, en un rincón a oscuras de uno de esos clubes a los que a veces la tenían que llevar). Luego, fue cosa de plantearle a Tom sus condiciones.

—Quiero ser tu esposa.
—¿Qué? Ria, sabes que tú y yo no...
—Tranquilo, Tom; ya vi quién te excita mucho más que yo y no pretendo estar en el medio de los dos, no realmente, aunque sean unos locos enfermos eso a mí...
—No somos ni locos ni enfermos, no te permito...
—Te digo que eso a mí... no me interesa, yo solo quiero vivir bien... y tú puedes garantizarme eso. No quiero una boda para que tus fans mueran de envidia y me deseen la muerte; solo un papel firmado, que me garantice que será mucho más difícil para ti echarme a un lado cuando se te dé la gana. Tengo un acuerdo de confidencialidad para el trabajo como tu “novia” pero no para guardarte tus secretos sucios con tu hermanito, ¿entiendes? Piensa este matrimonio como un nuevo contrato conmigo, mucho más serio.
—Yo... tengo que discutirlo con Bill; no puedo responderte ahora.
—Estoy segura de que él también aceptará, por el bien de ambos...

Al final, Bill había accedido a ser testigo del “matrimonio” de su gemelo con la mujer que había sido una sombra en su vida hasta que Tom le confesara que nunca hubo realmente más que amistad y negocios entre ellos —más negocios que amistad, puesto que le había servido para darle celos a Bill, para enseñarle una lección por su comportamiento abusivo, y por esa traición que Tom intentaba perdonar todos los días aunque en algunos de ellos fallara irremediablemente— solo con la condición de que al día siguiente de firmar esos papeles se fueran juntos a alguna parte donde pudieran vivir la ilusión de que estaban en su propia nueva luna de miel y olvidar que Ria siquiera existía.


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Al día siguiente de su visita a Simone, Tom se encontró con Georg para hacer el trabajo musical que lo había traído hasta Alemania; hubiera querido no tener que separarse de Bill mientras este se quedaba en L.A, pero este había dicho que no sería capaz de ver a Simone sin decirle unas cuantas verdades y Tom prefirió aplazar ese encuentro.

Mientras las cámaras para THTV los grababan, una llamada de Bill entró al teléfono de Georg, y todos rieron de la insistencia con que este intentaba saber de Tom aunque fuera a través del teléfono de su amigo. A Tom le encantó ese detalle; le hizo sentir que no era el único que se desesperaba y le mandaba un mensaje tras otro cuando viajaba sin él a alguna parte. En la noche, en la intimidad de su habitación, tuvo que acceder a tener sexo virtual con Bill mientras estaban conectados a skype, porque la necesidad de sentirse era demasiado grande para los dos.


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El resto del año pasó así, entre el tour, ensayos y  preparar otros proyectos, incluido un EP solo de Bill que Tom produciría por completo, como mismo había sido el compositor musical de cada una de las cinco letras que Bill escogió para que ambos pudieran exorcizar sus demonios a través de ellas. Sí, porque Bill había hablado de su corazón roto, de la relación deshecha por la que casi había perdido todo, y mucha gente le había creído que esa persona ya no estaba a su lado; solo muy pocos sabían que en verdad todo ello se refería a un dolor real, a un rompimiento real, y a una reconciliación real con la única persona que había amado en toda su vida: Tom, por supuesto. Y las palabras en las canciones expresaban los sentimientos de los dos, les servían para admitir sus culpas y pedir sus excusas.

Shiro Gutzie, el nuevo mánager de la banda, les aconsejaba llevarse a Ria a algunos eventos y salidas nocturnas para que la opinión pública se llevara una imagen de ellos distinta a los insistentes rumores de incesto, asunto que, por demás, no lo incomodaba demasiado. Recordaba que cuando conoció a la banda en 2009 mientras ellos grababan en algunos estudios de Los Ángeles y Miami, supo reconocer enseguida ese algo no fraternal en las miradas que se daban los Kaulitz, en las sonrisas y las frases que solo eran normales en una pareja; así que cuando el propio David Jost le propuso tomar su lugar manejando a la banda, el primer paso fue dejarle claro a los implicados que él los entendía y apoyaba —David conocía perfectamente la relación de los Kaulitz, así como el antiguo staff de la banda y los guardaespaldas más cercanos a los gemelos, pero no le parecía exactamente bien, y ellos se habían molestado mucho con él en algunos momentos en los que colaboró con Simone para mantenerlos controlados—. La esposa de Shiro, Shay Todd, una prominente diseñadora y empresaria del mundo de la moda, había tomado cariño a los gemelos hasta el punto en que ellos la llamaban “mami Shay”, especialmente Bill, quien tanto carecía de verdadero cariño maternal. Fue ella misma quien le hizo ver a Shiro lo fundamental que resultaba proteger ese amor, su necesidad de estar juntos, para la salud mental y física de ambos, y la estabilidad de Tokio Hotel.


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septiembre/ 2016


Cumplieron 27 y, por primera vez, celebraron su cumpleaños solos, con sus dos hijos de cuatro patas, y alejados de amigos y familia. Se fueron a un parque natural, buscando disfrutar juntos de la sensación de libertad, y alcanzar mayor paz y sosiego para enfrentar los retos que venían.

Los proyectos y el trabajo se acumulaban; nuevas canciones eran compuestas para un próximo álbum del que ya habían pensado el nombre: “Dream Machine”.

Justamente, al presentarle sus ideas a Interscope, que hasta entonces los representaba, surgieron otros problemas. Según los ejecutivos, el estilo era demasiado alternativo para lo que esperaban sus fans, y las canciones “tienen mensajes no adecuados que nuestra empresa no puede apoyar”. Bill interpretó esas palabras como una invitación tácita a someterse o marcharse; por tanto, los tiempos de trabajo de Tokio Hotel con la Universal Music estaban por acabar. Si había algo que ninguno de ellos estaba dispuesto a rendir era su libertad creativa: no lo habían hecho cuando eran unos chiquillos y decididamente no lo harían ahora.

—Vendrán momentos difíciles, Billy. Será un adiós a nuestra seguridad económica —fue el comentario de Tom una vez estuvieron solos en la seguridad de su casa.
—Lo sé, Tomi, pero ya está bien de aceptar imposiciones; no puedo más. Ni un circo más, ni una estúpida publicidad más; no lo necesitamos: confío en nuestra música y en nuestros fans.
—Yo también, pero...
—Ya sé, no te gusta sentir inestabilidad, ni perder el control, pero necesitamos esto; necesitamos algo nuevo... —se acercó a Tom y le acarició la mejilla poblada antes de sentarse en su regazo; Tom lo apretó en sus brazos mientras descansaba la frente sobre su hombro.
—No puedo resistirme a lo que pidas...
—¿Sí? Pues entonces es hora de acabar con uno de esos estúpidos circos; termina ya con ese matrimonio fingido con la zorra de Ria...
—Bill, sabes que ella... conoce demasiadas cosas sobre nosotros, puede traernos muchos problemas si se decide a hablar.
—Sí, esa chantajista nos ha tenido agarrados de los cojones todo este tiempo pero ya me cansé. Hagámoslo, enfrentemos lo que sea por ser libres otra vez, como cuando empezamos este sueño...
—Hmm, creo que dejaré que me convenzas de ello —contestó Tom con picardía mientras le buscaba los labios.

Poco después, con Bill tocando certeramente su próstata con cada embestida, con sus almas enlazadas en una sola y sintiendo ese placer que ya sabía jamás podría alcanzar con alguien más, Tom supo que no dejaría pasar un solo día más sin alejar a Ria de una vez de sus vidas.

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El abogado que contratara, le avisó de las complicaciones: primero, posiblemente la prensa se enterara de su divorcio puesto que las cortes judiciales de Los Ángeles eran asediadas por medios sensacionalistas con todos los derechos a indagar en informaciones legales; segundo, que tal vez la demandada exigiera compensaciones monetarias extremas; tercero, que era una disposición de la Corte que el solicitante de un proceso de divorcio llevara al menos seis meses separado de su pareja, de modo que el matrimonio estuviera, de hecho, roto.

—¿Su esposa... dejó el hogar compartido hace cuánto?
—Ella... no ha estado... conviviendo... conmigo... desde... desde antes de año nuevo —en verdad, ella nunca había convivido con él, pero ¿cómo le explicaría eso al abogado?
—Entonces, pongamos como fecha de separación el 31 de diciembre de 2015, ¿le parece, señor Kaulitz?
—Sí, está bien, si es necesario —recordaba que hasta abril habían estado llevándose a Ria a distintos lugares por sugerencia de Shiro, a Ällgau, a Coachella, a cenas con amigos; tenía que admitir que ella había cumplido las condiciones que también él impuso para el matrimonio —nada de sexo ni caricias entre ellos— y que generalmente era una divertida compañía para todos, siempre chispeante y dispuesta a disfrutar de la vida, pero ni él ni Bill la toleraban demasiado y tenerla cerca a veces les llegaba a ser asfixiante.

—De acuerdo. Entonces, ¿algún beneficio que quiera ofrecerle? ¿Existe algún acuerdo de comunidad de bienes?
—No, no, yo... todos mis bienes están compartidos con mi hermano y Ria no tiene participación en ninguno de nuestros negocios ni ganancias.
—Podría, si es que algo de su capital ha sido adquirido durante el tiempo en que han estado casados. ¿O firmaron un acuerdo prematrimonial?
—Sí, yo... tomé todas las disposiciones para que ella no acceda a nuestros bienes... —el abogado notó el plural usado; definitivamente su cliente tenía una identificación absoluta con su hermano y era a quien más intentaba proteger.
—Debo tener acceso a todos esos documentos, a la mayor brevedad.
—Se los traeré, esta misma tarde. Gracias por tomar mi caso.
—Gracias a usted; nos vemos —le extendió su mano para despedirse.



lunes, 23 de enero de 2017

FIC: "ALGO NUEVO" POR LADYARADIA (I)

ALGO NUEVO

noviembre 12/ 2016

Posiblemente, la que acababan de pasar fuera la peor pelea que habían tenido en mucho tiempo.

Esa noche Bill aceptó salir con Shay porque pensó era la mejor opción para dejar de torturarse con las posibilidades de lo que Tom podía decidir; de las decisiones que él mismo debería tomar. Y así, mientras bebía sorbos de vodka y Shay conversaba con algunas de sus amigas que había encontrado en el club, su memoria recorrió los sucesos más importantes de los últimos tiempos, los que... ¿tal vez los habían llevado a esa encrucijada?  


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marzo/ 2015

“Toll”. Al escuchar esa frase, Bill se asustó mucho; jamás imaginó que Tom sería capaz de decir algo así en público.  Estaban en un meet and greet y las fans bromeaban con aquello a lo que llamaban “Torg”. Durante años quienes disfrutaban con la idea de que Bill y Tom fueran realmente una pareja hablaban de “twincest” pero tras las bromas del propio Bill sobre cómo definiría el “Torg” (“...es algo sexual, es la forma en que él mira a Tom”) las palabras de Tom salieron sin que nadie las esperara: “Y bueno, ¿se han dado cuenta de que Bill y Tom juntos sería «Toll»?”. Ninguno de los otros tres miembros de la banda pudo decir nada, y Bill solo pareció tragar seco y mover la cabeza sin saber exactamente cómo reaccionar. “«Toll» es una palabra alemana. Significa «maravilloso»”, continuó Tom, y ese último comentario acabó de descontrolar a todos.

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Para ambos, iniciaba otra etapa; Tom había inventado algo, un término nuevo para esa extraña relación que tenían y la cual no se podía decir que no hubiesen intentado de muchas maneras que por fin se estabilizara; pero siempre algún obstáculo se aparecía.

Usualmente, era el rechazo de su madre a saberlos una pareja, sus críticas continuas a Bill y que Tom no fuera capaz de enfrentarla, o peor, que tuviera un terror absoluto a decepcionarla.

No obstante, las cosas se calmaron mucho con respecto a ella cuando Tom le mostró el certificado de su matrimonio con su “novia”, Ria Sommerfeld. Simone protestó porque no había sido invitada a la boda y Tom arguyó que solamente había estado Bill, porque todos necesitaban mantener absoluta discreción para que la noticia no se filtrara a sus fans, quienes ya odiaban suficiente a Ria. A su pesar, Simone se alegró interiormente con la imagen de un Bill obligado a ser único testigo de la boda de su gemelo con otra persona.

—¿La amas en verdad? —preguntó ella.
—Claro, mami, ¿por qué si no me casaría con ella?
—¿Y Bill? —ella no tocaría directamente el tema de lo que sabía habían tenido sus hijos—. ¿Cómo lo ha tomado él?
—Pues... bien, normal.

Siempre quedaban cosas sin decir, aunque ambos supieran que había más, mucha más agua corriendo bajo ese puente.

—¿Vas a mudarte con ella? ¿Se mudará Bill a otra casa?
—No; Bill y yo necesitamos trabajar juntos a cualquier hora, así que...
—Entonces Ria vive con ustedes.
—Sí, eso es... —no le gustaba mentirle tanto a su madre pero a veces ella no le dejaba otra opción. En verdad, justo el día siguiente de que firmaran ese nuevo contrato con Ria, esta vez con forma de certificado matrimonial, Bill y él se marcharon a Palm Springs en su propia escapada romántica; y no, Ria no vivía con ellos, de hecho, no sabía exactamente dónde se quedaba porque ella variaba mucho de alojamiento.
—No sé si eso resultará; Bill puede maltratar a tu esposa con su carácter..., ya sabes cómo es él de caprichoso y humillante...
—Resultará. Y... ¿qué tal la galería? —Tom comenzó a desviar la conversación hacia otros derroteros menos peligrosos y Simone decidió no insistir: hablar con alguno de sus hijos acerca de cómo era su relación con el otro siempre era como pisar sobre cristales rotos: uno podía resultar bastante herido si no tenía cuidado.

En realidad, la historia de su casamiento secreto había sido un poco diferente.

Tom conoció a Ria en 2009 a través de una agencia que proveía “acompañantes” que posaran como novias que les había recomendado su mánager personal, Dennis Kortuend, puesto que ella había trabajado antes con el famoso rapero Samy Deluxe en algo parecido. Su presencia era una idea del management para ablandar la imagen de Tom ante la opinión pública tras su incidente con las acosadoras francesas, puesto que la representación que llevara a cabo con Chantelle Paige fracasó estrepitosamente por el ego de la joven estrella norteamericana. Ria, una chica de humilde extracción cuyo mayor mérito había sido un premio de belleza local, sería más fácil de manejar; o eso pensó el propio Bill cuando accedió al plan de que Tom apareciera con ella en algunos lugares bien planeados para que los paparazzi les captaran.

Vivir en Alemania se había convertido en una causa de estrés muy fuerte para ellos, pero especialmente para Tom, tras todo lo que ya había pasado. Por tanto, luego de que otros acosadores irrumpieran en su casa de Hamburgo en 2010, Bill lo convenció de darse un tiempo para saber qué querían y mudarse a L.A. para comenzar una vida con mayor privacidad y libertad puesto que, a pesar de que la música era una de las partes más importantes de su vida, hubo ciertos momentos en que Tom tuvo dudas de si la banda continuaría siendo su futuro: estaba cansado de las persecuciones, del miedo, del silencio.

Ya viviendo en la “ciudad de ángeles”, acordaron que, tras terminar los compromisos que les faltaban en 2011, se tomarían un año sabático, o dos, el tiempo necesario para recuperarse y saber si querían seguir en ese proyecto que había sido su sueño desde la infancia; pero antes de que eso pasara, la mayor decepción de toda su existencia cayó sobre Tom para hacerlo pedazos: enterarse que Bill le había sido infiel con una mujer, y peor que eso, que le había mentido sin escrúpulos para ocultar su traición. Creyó que nunca se recuperaría de ese golpe; su sonrisa solo salía ante las cámaras y la alegría jamás llegaba a sus ojos. Tuvo que pasar tiempo para que pudiera ir sanando lentamente, y así, lentamente, empezara a perdonar.

Bill le pedía perdón todo el tiempo con palabras, pero su actitud dominante muchas veces le creaba aún más dudas a Tom sobre esa relación prohibida de los dos, sobre si debía dejarse llevar por lo que sentía por él, por ese amor avasallador que consumía su voluntad, por esa pasión que lo quemaba cerca y lejos de su gemelo. Se sentía enloquecer al pensar en que necesitaba encontrar una salida que le abriera un nuevo camino —uno que dejara a Bill solo en la categoría de su hermano gemelo—, sin poder hallarla. Era virtualmente imposible para él alejarse de Bill, y mientras más lo intentaba parecía que las ataduras que los unían se apretaran más. Luego, el verlo caer en adicciones, en depresión, terminó por rendirlo a la evidencia de que no había otro camino para él que seguir junto a Bill, en las buenas y en las malas, con subidas y bajadas, pero siempre con él.