martes, 7 de noviembre de 2017

ALGO NUEVO VII

VII

En su sueño, Bill estaba entre sus piernas, dándole sexo oral, de esa forma que sabía le gustaba, y Tom no pudo evitar un gemido; abrió los ojos y sintió una mano masajeando su erección por sobre los bóxers, una mano unida a un brazo, un brazo unido a un hombro encimado al suyo, y el rostro de Shermine mirándole desde ahí, con una sonrisa taimada.
—Parece que ya estás despierto.

Tom no pudo evitar huirle esta vez, casi saltar de la cama.
—Tengo que... orinar.

Y en verdad tenía que hacerlo; luego se lavó las manos, se enjuagó el rostro y se miró al espejo, pasándose los dedos por el cabello y luego arreglándoselo un poco. Estaba metido en un buen lío, lo único que lo mantenía a salvo de que algo peor pasara era la presencia de la niña dormida en la habitación; o al menos esperaba que eso detuviera a Shermine. Pero sabía que ella podía llamar de nuevo a una niñera como la noche que la acompañó a  la boda, para que tuvieran tiempo a solas, y él debía inventar pronto un pretexto para salirse de eso con la reputación intacta. Esta no era una groupie a la que nadie le creería que la habían despedido sin tener sexo de la habitación de su ídolo, esta podía hacer un buen ruido. «Ah, Bill, te necesito ahora»; su móvil sonó afuera, y se apresuró a tomarlo; era Bill, pero solo respondió para decirle «Te llamo enseguida, Billy» y colgó. Shermine lo miraba algo extrañada.
—¿Pasa algo?
—Nada, solo que... voy a salir a fumar... y de allí llamaré a ver qué quiere Bill. ¿Dahlia sigue dormida? —preguntó mientras se ponía los pantalones.
—Como un tronco; esa niña podría dormir a través de un bombardeo. Habríamos podido...
—Mejor no arriesgarse, creo.

Él tomó su móvil, sus cigarrillos y su encendedor y salió al balcón; cerró las puertas detrás de él, las alarmas de humo fueron una buena excusa para aislarse de ella en ese momento. Encendió su cigarrillo, lo aspiró, y de espaldas a la habitación marcó el número de Bill. Este lo atendió ansioso.
—¡Tom! No he dormido en toda la noche. ¿Qué pasó? ¿Estás con ella en su habitación?
—Sí, Billy, me siento... violado, ella me estaba tocando, ella... yo estaba soñando contigo y...
—Tomi, no entiendo bien, ¿qué está pasando?
—Yo... —Tom aspiró otra vez de su cigarrillo— tuve que quedarme a dormir con ella, luego te explicaré, ahora... no puedo, necesito que vengas por mí, e inventes algo importante que no pueda esperar para que yo me vaya contigo. Sálvame. Sálvanos.
—Claro, voy por ti ahora mismo, no dejes que la maldita zorra te obligue a nada.
—Lo estoy intentando, Billy.

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Era lunes, y a Bill nunca le habían gustado los lunes, mucho menos ese lunes en que el Uber no avanzaba suficientemente rápido para su necesidad de llegar rápidamente donde Tom. Sabía que sus seguidores en Instagram esperaban una actualización pero lo más que podría darles ese día era su rostro ansioso; algo le decía que el resto del día sería difícil.



Cuando llegó al hotel, no le fue difícil que llamaran a la habitación de Shermine, diciendo que necesitaba urgentemente a su hermano. Ella le pasó el teléfono a Tom.
—Bill está en el lobby, ¡qué raro! Toma, quiere hablar contigo.
Tom se apresuró al teléfono.
—¿Billy? Sí, enseguida estoy ahí —colgó el teléfono y se puso la chaqueta.

Cuando llegó frente a Bill, tuvo que contenerse para no darle un abrazo apretado delante de todos, o se le salieran las lágrimas.
—¿Ya sabes qué diremos? Ella no tarda en venir también, Dahlia despertó y quiere desayunar fuera, ir a un parque... Dijo que vendrían a saludarte, y quiere que las acompañemos un rato.
—Pues... se me ocurrió que para ti lo más preciado somos mamá, Capper, yo, y Pumba. Mamá está en Alemania, y yo estoy aquí contigo, así que voy a decir que Capper no está bien y que te necesita... que nos necesita a ambos para llevarlo con el veterinario.
—Es buena idea; solo... no me gusta usar la salud de mi bebé como excusa, pero... creo que no hay otro modo.
—Tomi, ella... —le tomó una mano, por unos segundos—, ¿qué te hizo? ¿Estás bien?
—Estoy un poco al borde, hiperventilando, e intentando que no se me note, pero... nada más...
—Ahí viene la maldita... —Bill se obligó a poner su sonrisa falsa, solo para saludarla.
—Los deberes de padre llaman a Tom, Capper lo necesita, no quiero moverlo en taxi estando enfermito; solo Tom conduce así que... debo dejarte sin acompañante hoy —soltó la parrafada no más recibir el beso de ella en el rostro, y tomar la mano de la niña.
—¿Capper está enfermito? —dijo Dahlia entristecida, realmente le gustaba ese perro—. Mami, ¿podemos ir a verlo?
—Lo llevaremos a la clínica; ahora no podrás verlo, lady D —Tom sonrió genuinamente para la pequeña.
—¿Pero me dejarás verlo mañana, Tom?
—Seguramente, si podemos sacarlo mañana...
—Podríamos ir a la casa de ustedes —propuso Shermine y Bill ya no pudo aguantarse.
—No, quedé con Natalie de ir al hotel de ella mañana, y llevar a Tom conmigo; si Capper está mejor mañana lo llevaremos junto con Pumba, ¿de acuerdo?, y... nos pueden encontrar ahí.
—Claro —aseguró Shermine—eso haremos, entonces.
—Y bueno, ¿ya se van? —inquirió Bill, deseoso por librarse de ella.
—Ya nos vamos, ¿y ustedes?
—En un momento, tenemos que ir por mi auto —contestó Tom; Shermine lo miró sonriente y le tomó el brazo.
—Nos vemos mañana, precioso —hizo que le daba un beso en la mejilla y lo resbaló hasta la comisura de sus labios—; espero lo de Capper no sea nada grave. Hasta mañana, Bill.
—Hasta mañana, Shermine.

Ella salió con la niña de la mano y, tomando el móvil con la otra, sacó una foto del pintoresco lobby del hotel, donde los dos Kaulitz podían verse aún a través de la ventana. Allí estaba Bill Kaulitz, quien primero flechó su corazón pero le dejó bien claro que no estaba interesado, y estaba su gemelo Tom Kaulitz, toda una joya de la corona si por fin lo lograba conquistar, y vaya que se le estaba haciendo más difícil de lo que pensaba. «Hotel rompecorazones» escribió en el post que hizo con la imagen para su cuenta de Instagram, y rió alborozada junto a su hija.












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Durante el viaje en el auto, Tom había contado toda su odisea de la noche pasada, con lujo de detalles. Bill ardía de rabia por la impotencia de no poder poner a esa mujer en su lugar y decirle unas cuantas cosas que necesitaba oír. Por ejemplo, que debía ser mejor madre y no exponer a su hija a cualquier hombre que quisiera seducir; y que obligar a Tom a quedarse a dormir con ella había sido un golpe muy bajo, en su opinión.
—Ella usa el sexo para dominar, ¿no?, hasta debe ser buena en ello...
—¡Bill!, no quiero imaginar que estés fantaseando con el sexo con ella.
—¡No!, solo hago constar una realidad.
—Yo me sentí violado, teniendo que soportar sus caricias, y lo peor fue que me tocara... ahí; estaba soñando contigo en ese momento...
—¿En serio? ¿Yo... te hacía cosas sucias?
—Ya sabes, lo tenías... en tu boca...
—¿Quieres que haga eso cuando lleguemos a casa? —lo miró con gesto lujurioso, y Tom  quitó su vista de la carretera por unos segundos.
—En verdad quiero, porque quiero borrarla a ella, pero dormí tan poco... estoy tan cansado... Fingí dormir para que ella me dejara tranquilo pero a la vez estaba alerta, y en algún momento me venció el sueño...
—Yo igual; quería llamarte pero era de madrugada y no sabía si iba a ser peor...
—No quiero estar solo con ella de nuevo, Bill. ¡Se acabó! No me importa si nos hace falta la publicidad, no estaré ni una vez más solo con ella; ni tú tampoco, te lo advierto.
—Yo tampoco quiero que lo hagas; es más, te lo prohíbo. Ella se atrevió a tocar lo que es mío; para mí ya bastó. Hablaré con Nora...
—¿Y qué le vas a decir? ¿Que la modelo se tomó muy en serio su papel publicitario e intenta llevarme a su cama? Nora no sabe de nosotros, Bill; excepto Natalie, nadie de este  staff sabe, le parecerá extraño que yo rechace a Shermine.
—Le diré que... que estás enamorado de otra persona, a quien mantienes en secreto, y que quieres serle fiel a esa persona y por eso no puedes aceptar a Shermine.
—Eso... es bastante cierto.
—Sí, solo omitiremos que esa persona soy yo. Y Nora trabaja con estas cosas, ella entenderá.

Al llegar a la casa que rentaban, sus perros los recibieron felices, saltando a su alrededor, especialmente Capper a Tom, a quien extrañaba; Tom le acarició el pelaje y, agachado a su lado, lo abrazó.
—Perdóname por usarte para zafarme de esta, ¿sí? Jamás quiero que te enfermes —Capper le dio un gran lametón en la cara, como si entendiera sus palabras y las aceptara, y Bill se rió, con Pumba en brazos.
—Vamos, comamos algo y luego descansemos; creo que en verdad tenemos que dormir un poco, como dices. Y los bebés irán a la cama con nosotros, sí, veo que lo necesitas.
—Siempre sabes lo que necesito, Billy —le dio la mano y Bill lo ayudó a levantarse.

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Esa vez no soñaba: Bill estaba entre sus piernas, lo tomaba en su boca, de esa forma que sabía le gustaba, y Tom tenía su pelo tinturado de rubio entre sus dedos, acariciándole la cabeza.
—Ah, ah, Billy... —ambos sabían que estaba a punto, así que Bill se detuvo, lo miró descansando la barbilla en su vientre.
—¿Quieres que... te termine así o...?
—Quiero que entres en mí, quiero sentirte...
—Ok —Bill le sonrió antes de alcanzar el lubricante y ponerse en la faena de preparar con sus dedos a su gemelo para la penetración. La pausa y la ligera incomodidad hicieron la magia de retrasar el clímax inminente de Tom y darles el tiempo para que la rígida erección de Bill entrara en él, y ambos pudieran gozar de esa unión física que era el complemento de su unión espiritual. No demoraron mucho más, los dos demasiado sensibles ya, para alcanzar juntos el éxtasis. Luego, Bill lo hizo descansar la cabeza en su pecho, le acarició la mejilla; sabía que en ese momento Tom precisaba sentirse protegido por el amor y la férrea voluntad de su gemelo.

Se quedaron así, en silencio, solo oyéndose respirar, acompasando los latidos de su corazón, por un buen rato, hasta que Tom se animó a hablar.
—Lo siento por Dahlia, ¿sabes? Es una buena niña, inteligente y cariñosa, pero Shermine la va a echar a perder.
—Va a traumatizar a la pobre. Si el hombre que hubiera estado allí no fueras tú, seguramente ella habría tenido sexo con su hija al lado; un día esa niña podría hasta estar en peligro de que alguno con pocos escrúpulos...
—Ni lo digas, no quiero ni pensar en esa posibilidad.
—Tal vez el papá de la niña debía tomar más compromiso en el asunto, velar porque la madre no la use de ese modo.
—Shermine es peligrosa, no estoy seguro de que Markus quiera enfrentarla.
—Sí, es peligrosa; yo... perdóname, Tomi, te he empujado a seguir el circo con ella y no me daba cuenta cuán peligroso podía ser. Pero se acabó, te lo prometo.
—No va a ser tan fácil acabarlo; ella no se da por vencida fácilmente, y todavía tenemos que mantener las apariencias.
—Es cierto —Bill se quedó callado unos instantes—, pero lo vamos a hacer, tú confía en mí.
—Siempre lo hago, aunque te equivoques, ¿no?
—Sí, mi Tomi, mi dulce y complaciente Tomi, creo que no te merezco.
—No me mereces, no —Tom se impulsó para él para darle un beso—, pero me tienes. ¿Vamos por la ronda dos?
—Solo si tú haces todo el trabajo ahora.
—Con gusto.

Tom se posicionó sobre él, comenzando un camino de besos y lamidas desde su cuello hasta su abdomen, y más abajo.

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Cuando los Kaulitz llegaron a la piscina del hotel en que Natalie se alojaba, ya ella, su hijo, la pequeña Dahlia y Shermine, estaban ahí; los niños dentro del agua —la pequeña al cuidado del adolescente—, y las dos mujeres en sendas tumbonas.
—Ah, hola, mis gemelos favoritos —Natalie se levantó y abrazó a uno y el otro, Tom se permitió recibir cálidamente el afecto que ella le mostraba.

Shermine se quedó acostada, esperando que ellos se inclinaran hacia ella, y solo les hizo un guiño.
—Hola a los dos. ¿No trajeron a los perros?
—Los dejamos con Mike, nuestro asistente; Capper aún no estaba completamente bien, debía descansar —habló Bill por los dos.
—Lástima, Dahlia se decepcionará de no poder verlo.
—Ya se van mañana, ¿no? —volvió a hablar Bill.
—Desafortunadamente, sí; me hubiera gustado quedarme más pero... tengo otra boda a la que asistir.
—Sí, yo también —acotó Natalie—, va a ser una bella ceremonia en Positano, en la costa italiana, y esos dos hacen una hermosa pareja, ¿cierto? —miró a la otra mujer, que asintió, sonriendo.
—Se ven tan felices y enamorados que dan envidia, uno quiere tener algo así en su vida. —se sentó esta vez, más erguida— ¿Tom? ¿Despertaste sin deseos de hablar? ¿No vas a darme un beso?

Él se inclinó y la besó en el rostro, mientras Bill buscaba tumbonas también para él y Tom, que los dejaran no tan de frente a ella.
—Podrías ir si quieres, como mi pareja —le susurró ella a Tom deteniéndolo por el brazo unos segundos; él se irguió para contestar.
—No tengo tiempo para viajar a Europa ahora, y... no soy muy de ir a bodas. Fui a la de Gustav porque no me quedaba de otra, y a la del otro día...
—Oh, ¿hiciste un sacrificio por acompañarme? Me siento halagada —todo en ella gritaba seducción, desde su pose hasta su forma de pronunciar las palabras, así que Tom prefirió alejarse un poco hasta dónde estaba Bill ya quedándose en ropa de baño; en verdad el calor en L.A. era casi insoportable, y bajo el sol las ropas estorbaban, así que imitó a su gemelo, quedándose en shorts y sin camisa.

La tarde avanzó sin demasiados tropiezos, entre tomar el sol, remojarse en la piscina, y conversaciones ligeras entre los cuatro. Claro, que Shermine no perdía oportunidad para insinuarse, y cuando le pidió a Tom le tomara una foto con su móvil, y tomó una pose abiertamente provocativa, Bill supo que debía intervenir.



 
Tom hizo la foto y Bill lo llamó en voz alta.
—Voy por algo frío, ¿me acompañas, Tomi?
—Claro. ¿Ustedes quieren algo, chicas?
—Limonada fría —dijo Natalie.
—Puedo acompañarles también —propuso Shermine, levantándose.
—No —Bill hizo un gesto persuasivo con la mano—, los caballeros queremos ser amables con las damas.
—Ok, entonces una paleta helada —Shermine se volvió a sentar.

Bill y Tom caminaron hombro con hombro hasta donde vendían los refrigerios.
—Ella es una profesional, ¿no? Siempre está atacando... —dijo Bill, entre rabioso y mordaz.
—Sí —Tom encontró el humor para carcajearse de la situación—. Yo quiero una cerveza ¿y tú?
—Una paleta helada —Bill hizo ese gesto característico suyo con su ceja y Tom rió otra vez.
—No sabe con quién se mete, ¿eh, Billy?
—No, la maldita no lo sabe —se rió él también.

Con todos los pedidos en una bolsa, Bill tomó su paleta y la saboreó frente a Tom que instantáneamente sintió su sexo despertando.
—Soy un experto en lamer... paletas, lameré la tuya otra vez cuando quieras —dijo  cuando ya no podían oírlos, y Tom carraspeó.
—Ahora... tendré que entrar al agua para refrescarme el calentón; eres malo, Billy —le susurró más cerca.
—Puedo ser más malo aún, solo pruébame.
—¿En unos minutos en las duchas?
—Solo déjame terminar mi paleta —mientras Tom se acercaba a las dos mujeres con sus pedidos, Bill se hizo un selfie saboreando su paleta para su cuenta de Instagram: “Como hielo bajo el brillo del sol. Pruébame” comentó en su post, en una alusión cómplice a lo que él y Tom habían acordado, pero lo programó para salir publicado al día siguiente, no quería levantar demasiadas sospechas en ese momento.

Cuando, minutos después, ambos dijeron que tenían que ir al baño, Shermine no pudo contener su opinión.
—¿Siempre van hasta al baño juntos? —le preguntó a Natalie.
—Son ese tipo de gemelos, sí, simbióticos les dicen. Cuando llevas tiempo cerca de ellos te acostumbras y lo ves normal.
—Pero no es normal, es raro. ¿Sabes que comentan...?
—Disculpa, Shermine, pero no discuto comentarios de chismes sobre mis amigos.
—Está bien —aceptó la modelo, un poco mosqueada.

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Romper las reglas, arriesgarse, desafiar el peligro y salir vencedores, siempre lograba maravillas en los Kaulitz, así que regresaron de las duchas para hombres más seguros de sí mismos, más dispuestos a enfrentar lo que fuera.
—Caro Daur llamó; estará acá los próximos días... —Bill soltó como una observación casual.
—¿También le servirán de anfitriones a ella? —bromeó Natalie aludiendo a la presencia de Shermine, quien trabajó en sacar una sonrisa de su rostro ante ese comentario.
—Sí, también —afirmó Bill, ávido de hacer rabiar a la pelinegra—. Es muy alegre Caro, seguro la pasaremos bien con ella.
—Ella tiene novio, Bill, así que no te entusiasmes demasiado —dijo la modelo, con cierto tono de ironía.
—Eso no es problema —intervino Tom— ni Billy ni yo estamos buscando pareja —Bill lo miró y sonrió.
—Exacto, ella solo es una amiga; como tú, Shermine —dio Bill el tiro de gracia—; quizás un poco más joven y divertida... —Natalie, Tom y Bill se miraron y estallaron los tres en carcajadas que a Shermine le parecieron irritantes.

El hijo de Natalie y la hija de Shermine se acercaron al grupo.
—Dahlia está cansada, y yo tengo hambre, ¿podemos irnos ya a comer, mami?
—Supongo que sí —Natalie miró a los demás—. Pueden quedarse si quieren.
—Pues... nosotros también deberíamos irnos; aún tenemos trabajo que hacer en el estudio si pensamos tomarnos unas mini-vacaciones —intervino Tom.
—¿Mini-vacaciones? —se interesó Shermine, que aún digería la bilis de la humillación de hacía unos minutos—. ¿Y adónde irán?
—Aún no estamos seguros, pero recibimos una invitación para ir a Controguerra, en Abruzos —fue Bill quien contestó.
—Ah, la bella Italia —Natalie puso ojos soñadores—. Nosotras pronto estaremos allí, Shermine, así que... ya les contaremos, chicos —tomó a su hijo de la mano—. Despídete, ¿sí?

Bill hizo el primer movimiento hacia el chico y lo abrazó fuertemente, lo conocían desde que nació, y les caía muy bien: había aparecido en sus THTV de 2008, pequeñito; lo sentaron junto a ellos en la montaña rusa en su cumpleaños de 2009, Tom comportándose como todo un tío responsable; de cierta forma, se sentían así, como tíos del chico, quien además contaba con ser muy simpático. Luego fue Tom entonces quien lo abrazó.
—Nos veremos pronto, cuando recomencemos el tour en Europa; supongo que Natalie te llevará algunas veces.
—Sí, ¿lo harás, mami? —Natalie asintió sonriendo— Chao, Bill; chao, Tom; Dahlia, Shermine —las besó a las dos, mientras Natalie también se despedía de Tom y Bill con abrazos.

Luego quedaron solo Shermine, su hija, y los Kaulitz, en la piscina. La pequeña insistió:
—Tengo hambre, mami.
—Debías llevarla a comer —dijo Tom mientras comenzaba a ponerse sus ropas. Bill se sentó en la tumbona donde había dejado su bolso y sus ropas; sacó una foto y puso un post en su cuenta de Instagram: “Martes bien pasado”.

Shermine estaba bastante silenciosa, aún molesta porque tenía la impresión de que ahí todos se habían burlado de ella, así que empezó a recoger sus cosas también, sin contestar más que unas palabras tranquilizadoras a su hijita. El silencio duraba cuando Bill y Tom se despidieron de las dos y se fueron al auto. Ya allí, estallaron en risas.
—¿Viste su cara? Creí que iba a explotar de furia —dijo Bill cuando al fin se calmaron—. Espero que con esto desista de su seducción contigo.
—Ojalá, pero no creo que ella se rinda tan fácilmente. Ya veremos.
—Ya veremos. Pero ahora, nos libramos de ella. Vamos, te invito a comer en un lugar que me recomendaron por aquí, muy bueno.
—Y en la noche iremos al Chateau Marmont.
—¿No que tenemos mucho trabajo, según le dijiste a Shermine?
—Lo tenemos, pero puede esperar a que disfrute estar contigo, libres de compañías indeseables.
—Me gusta como piensas —Bill se arrellanó en su asiento, ambos se pusieron el cinturón de seguridad, y partieron.