lunes, 18 de diciembre de 2017

ALGO NUEVO -IX

IX

Bill solo miraba a Tom, abrumado; estaban encerrados los dos en la habitación que compartían en el apartamento de Berlín.
—Todo esto es culpa tuya, Bill. Tú insististe, tú dijiste que no habría problemas con hacer ese juego con ella y ahora mira en qué lío estamos metidos.
—Ya lo sé, Tomi; me equivoqué y mucho —Bill casi no levantaba la mirada, sabía que Tom tenía toda la razón del mundo para recriminarle, para estar molesto. Y además, era siempre Tom quien sufría las peores consecuencias de sus equivocaciones—. Pero estoy intentando arreglarlo…
—¿Cómo? ¿Cómo vamos a arreglarlo? Ya ella me está insinuando que sabe de nosotros.
—Sospecha, no puede saber nada en verdad… no tiene cómo.
—¡Con sus sospechas y unos comentarios a la prensa será suficiente para destruirnos, Billy! —Tom se mesó los cabellos, que llevaba sueltos.
—¡Ella no tiene buena reputación, no le creerían tan fácilmente!
—Con los rumores sobre nosotros… créeme que sí le creerían. Nadie puede probar nada pero aún así sería desastroso para la banda.
—Lo sé, pero…
—¡No tenemos opción; tenemos que ver el modo de mantenerla callada!
—¡Tom! ¡No si lo que se necesita es que ella te tenga en su cama! ¡Eso no lo permitiré!
—¿Y crees que yo quiero hacerlo? Me da asco solo de pensar… —Tom comenzó a respirar pesadamente y Bill se dio cuenta de que estaba en medio de uno de sus ataques de ansiedad; en esos momentos, solo la cercanía de Capper o un abrazo protector de Bill podían hacerlo sentir mejor; así que Bill no lo pensó para tomarlo en sus brazos y apretarlo fuertemente, con la cabeza contra su pecho.
—¡Tranquilo, Tomi! Confía en mí una vez más, ¿sí? Vamos a… hacerle creer que estamos cediendo mientras buscamos la manera de librarnos de ella, y si el peligro es demasiado, retrocedemos; juguemos su juego pero a nuestro modo.

Cuando Tom se calmó un poco, Bill lo besó tiernamente en los labios, un beso que rápidamente se profundizó, y Tom se dejó llevar, entregándose una vez más en cuerpo y alma al que dominaba todos sus deseos y esperanzas. La cama en que Tom había estado sentado mientras él y Bill discutían esos hechos que podían tener gran peso sobre su futuro, los recibió enredados, desnudos, apasionados. Bill tomó el control, porque era lo que ambos necesitaban en ese momento, y Tom se abrió a él sin barreras ni límites. Esos eran ellos, así funcionaban. Cuando Tom lo sintió entrar en él, suspiró, y una lágrima se le escapó, una lágrima de emoción contenida que se desbordaba ahora, con quien único podía hacerlo. Sin palabras, se dijeron que el mundo no podría con ellos, que nadie ni nada lograría apartarlos nunca más.

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El show en Bremen era en vivo, así que no había manera de que algo que se les escapara no fuera a quedar patente para todo el mundo, y eso los tenía un poco nerviosos, aunque lo disimulaban muy bien. Afortunadamente, su conexión espiritual estaba en su apogeo así que eso les daba cierta confianza en que juntos podían con todo. También, la conversación en el show a veces marchaba por extraños caminos que les hacían hablar de temas que hasta ese entonces nunca habían tocado en público de manera directa, como el hecho de que creyeran que tenían una sola alma dividida en dos, y que esa alma era muy antigua. De cierto modo, eso dejaba abierta la interpretación de que ellos se consideraban destinados a estar juntos.

Tras hablar y hablar de temas diversos, siempre completamente conectados, uno de los participantes no pudo contenerse de exclamar su opinión.
—¡Lo siento, pero cuando contestan juntos se ven tan lindos! —Todos rieron, Bill y Tom con una risa nerviosa—. ¡Ustedes son como una vieja pareja de casados! —otra pausa en que no supieron qué decir y solo reían, Tom algo más preocupado—. ¡Bill siempre empieza a hablar y Tom agrega: Sí —Tom asintió, no quedaba otra que ver hasta donde llegaba ese comentario— y se une a él a mitad de la oración.

Bill decidió tomar la palabra, podía sentir la intranquilidad de Tom, aunque él intentara parecer cómodo con el tema.
—Sí, así es todo el día, también en el trabajo.















—Y cuando ordenamos comida… —Tom decidió seguir el camino que Bill comenzara.
—Y cuando ordenamos comida, sí —repitió Bill.
—¿Uno de ustedes ordena? —preguntó esta vez el participante.
—Uno de nosotros ordena… —comenzó Bill.
—Sí, uno de nosotros ordena y el otro ordena usualmente lo mismo —Tom parecía más a gusto ya; se volvió hacia Bill y no logró impedir que se le saliera lo que estaba sintiendo en ese instante— ¡Lindo! —dijo sonriendo hasta con los ojos y Bill apenas pudo evitar que se le notara lo enternecido, así que solo se rieron otra vez.

El show siguió un poco más pero ese momento quedó grabado en todos sus fans, los que apoyaban su relación y los que no. También en alguien que estaba muy pendiente de ellos: Shermine. La llamada de ella llegó cuando todavía iban en el taxi rumbo al hotel.
Hola, Tom, acabo de verlos en el show, muy “lindos”.
—Gracias… Shermine —Bill le tomó una mano y se la apretó—. ¿Llamaste solo para felicitarnos por el show?
De hecho, no. Es que… ustedes siguen pareciendo muy raros, ¿no?, siempre tan juntos y coordinados, “como una vieja pareja de casados”…
—Es por nuestra conexión.
Ajá, como digan, pero yo… creo que deberían intentar cambiar un poco esa visión sobre ustedes; hay un par de eventos a los que podrías asistir, Tom… sin Bill…
—Eventos en los que tú también estás invitada, ¿no?
Por supuesto; tenemos que seguir con nuestro pequeño teatro, a todos nos conviene.
—Yo… coordinaré con Bill nuestros planes, luego te llamo para confirmar.
De acuerdo; espero nos veamos pronto.

Ella colgó y Tom se quedó mirando la pantalla oscura.
—Víbora… —murmuró como si ella aún pudiera escucharlo.
—…psicópata  —Bill casi rechinó los dientes por la rabia con que pronunció esa palabra.

Ambos sabían que un taxi no era el lugar adecuado para hablar de lo que estaba pasando, así que se contuvieron hasta llegar a su habitación en el hotel.

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El viaje a Los Ángeles no podía demorar más puesto que Pumba tenía una cita para recibir un tratamiento para su enfermedad cardíaca que requería una pequeña intervención quirúrgica. No obstante, todavía tenían mucho qué hacer en Alemania; por ejemplo, el 5 de octubre se presentaba el documental sobre Tokio Hotel Hinter der welt, en el festival de cine de Colonia, y toda la banda estaría allí para el estreno. Además, Tom debía colaborar con 3 nuevos remixes de la canción “Boy, don’t cry”, y eso debía hacerlo en Berlín. Por ello, decidieron que Tom volvería unos días antes del estreno a Alemania, y se quedaría también unos días después. Bill volvería a L.A. enseguida del estreno, puesto que esa vez Pumba y Capper no viajarían con ellos, y, con Pumba recuperándose, no querían que los extrañaran demasiado; al menos uno de los dos debía estar con ellos, y puesto que Tom era el que producía la música, Bill debía asumir esa responsabilidad. También estaba la “sugerencia” de Shermine de que Tom apareciera solo en algunos eventos en Berlín, donde, convenientemente, ella también asistiría; así que no les quedaba otra opción que pasar todos esos días separados, algo que no hacían muy frecuentemente, puesto que lo más que podían separarse en circunstancias normales eran 24 horas.

Volaron a LA el día 17 de septiembre, el 19 Pumba tendría su cirugía, y el 30 Tom volvería a Berlín. Esos 12 días antes de separarse por más tiempo del que podían soportar sin sentirse fuera de sí, los dedicaron a estar juntos, a disfrutarse, a ser una familia con sus dos bebés de cuatro patas.

La cirugía de Pumba resultó muy bien, así que a la noche siguiente celebraron en casa, con pizza y cerveza, y una comedia en la TV a la que terminaron por no verle el final cuando se enredaron en caricias en el propio sofá donde habían estado mirándola.

Al otro día, quienes tenían una cita para tratamiento facial eran ellos, y despertaron con una resaca horrible, especialmente Tom.
—Ay, Bibi, déjame en paz, no puedo moverme.
—No, Tomi, tenemos que ir; sabes que hay mucha clientela allí, y luego nos quedaremos sin cita, y necesitamos eso…
—Ay, por favor, me veo bien como quiera…
—Tom…
—Y tú te ves bien como quiera…
—Tomi, yo también me siento como mierda, pero hay que levantarse… —le besó en los labios y Tom suspiró sonoramente.
—Está bien… —le dio una media sonrisa— si me convences con besos, no puedo negarme… —se incorporó al fin, y se apoyó en el hombro de Bill; volvieron a besarse y luego Tom volvió a apoyar la cabeza en el hombro de Bill— ¡ay!, necesito de tu remedio para la resaca, por favor…
—Voy a prepararlo —Bill se soltó con renuencia y se puso de pie—; ouch, sí que me duele la cabeza…

Más tarde, ya a punto de entrar a recibir su tratamiento, se pararon ambos frente a un espejo; seguían teniendo cara de resaca así que en el selfie de gemelos que Bill hizo escondieron en lo posible el rostro.

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Mientras iban en el auto hacia la playa de Malibú, llegó un mensaje al móvil de Tom; era una foto de Shermine en bikini, con una nota: “¿No te gustaría estar en Ibiza ahora?”. Como Tom conducía, fue Bill quien leyó el mensaje en voz alta, y luego se rió maliciosamente.
—¿Qué dices, Tom? ¿Preferirías estar en Ibiza o en Malibú?

Tom le dio una mirada oblicua, sin apartar completamente su vista de la carretera, y sonrió para contestar.
—¿La verdad? Preferiría estar en Ibiza… contigo —añadió antes de que Bill se escandalizara por completo—. La pasamos bien allá, ¿no?, tanta belleza es irreal.
—Eso es cierto; pero ve la ventaja de estar acá: tenemos a nuestros bebés con nosotros, a Ibiza no los pudimos llevar.
—Sí —Tom no podía evitar que solo pensar en su Capper lo enterneciera—; tienes razón.
—¿Le vas a contestar?
—¿Qué?
—¿Le vas a contestar a Shermine?
—Nah.
—Pues yo sí.
—Ten cuidado con qué escribes…
—No escribiré nada; voy a responderle a mi manera; estoy seguro que aún ve mi instagram aunque ya no lo siga…
—¿Y?
—Y… —se hizo un selfie en el Cadillac, con una luz que formaba un arcoíris pasando por su rostro— empieza mi reportaje de este maravilloso lunes contigo y nuestros bebés.

Tom rió. Durante el día, se hicieron muchas fotos más, algunas de las cuales fueron a parar efectivamente a la cuenta de Instagram de Bill: una de Tom de espaldas, con el pelo suelto y húmedo; una de Bill recostado junto a Pumba; y, de regreso, otra selfie de Bill en el Cadillac, esta vez sin camiseta. Tom lo miró fijamente antes de arrancar.



















—Pensándolo bien, esta vista le gana a todas las bellezas de Ibiza.
—Ah, ¿sí? —una carcajada hizo erupción en Bill—, ahora te estás pasando de adulón… —le advirtió con el dedo índice y un movimiento de cabeza; Tom lo acompañó en las carcajadas.




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El hecho de saber que deberían separarse por varios días, hacía que utilizaran cada segundo juntos como si fuera el último; no se separaban para nada, y cuando fueron a su estilista del cabello, Alizabeth Cochrane, decidieron que ambos necesitan cambios. El resultado fue cabello negro para Bill después de muchos años de ser rubio —con un pequeño intervalo de rosado fresa— y mechas californianas rubias para Tom en su cabello habitualmente castaño.


























El 30 de septiembre, Tom voló en la mañana; él y Bill se despidieron en la casa, no confiaban en sus reacciones si tenían que separarse en el aeropuerto y qué reacción tendrían en público. Abrazados, Bill le arregló un mechón rebelde a Tom que se empeñaba en caerse sobre su cara.
—Confío en ti, sé que podrás lograrlo, sé que buscarás la manera de que ella esté tranquila sin ponerte en peligro.
—Ah, Billy, sin ti a mi lado… no sé…
—Tomi, me lograste engañar muy bien a mí con lo de Ria, por un buen tiempo —lo miró de lado, levantando una ceja— así que… podrás…
—Tendré que fingir que al menos soy su amigo, cuando en verdad lo que quiero es que esté bien lejos de mí.
—Ya lo sé —le dio un beso leve sobre los labios.
—¿Qué harás tú mientras estoy lejos?
—Extrañarte, cuidar de Capper y Pumba…
—¿Y no saldrás con tus amigos? —Tom sonó algo incrédulo.
—Solo esta noche, pero por una buena causa, ya sabes…
—Sí, los gorilas y su hábitat…
—Cuando Sara me explicó de qué iba el evento y me pidió apoyo, tuve que aceptar.
—Claro, y yo habría ido contigo, lo sabes, si no fuera por este viaje.
—Nos veremos el día 5; ánimo, Tomi, lograremos soportarlo.
—5 días ahora y luego de Colonia 4 días otra vez…
—Entonces utilizaremos bien esos dos días que estaremos juntos, en medio de todo.
—Sí; eso haremos —sonrió Tom—. El Uber debe estar llegando ya —dijo, tras mirar su reloj.
—Es cierto —tomaron el equipaje de Tom y Bill lo acompañó hasta el auto, antes de que montara, le habló al oído:— Te amo…

Tom sonrió, emocionado.
—Y yo a ti, Billy, für immer —le respondió en voz alta.

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En realidad, Tom no tenía mucho más que hacer en sus colaboraciones con los remixes de Boy don’t cry que dar su aprobación y sugerir alguna cosa como productor de la canción y director musical de la banda, así que le quedaba bastante tiempo libre que gastar. Quedarse solo significaba volverse un poco loco por no tener a Bill cerca, por no poder comunicarse todo sin pensarlo como acostumbraban hacer. Bill no mentía ni exageraba cuando contaba que era Tom el más dependiente de los dos —aunque en público él tratara de no demostrarlo tanto—, el que menos soportaba estar separado de su gemelo así fuera por unas horas, mucho más si era por 5 días. Y pensar que le esperaba otra tortura así unos días más adelante acababa de poner su ansiedad en niveles estratosféricos. Capper y Pumba estaban en LA también, y la ayuda que proporcionaba el afecto de su “chico” para el estado mental de Tom le faltaba de igual modo, así que se sentía un poco al borde. De ese modo, lo único que lo podía calmar un poco era salir con los amigos de fiesta en Berlín, siempre dispuestos a hacerle compañía a él y a Bill (de algún modo, los “amigos” también se beneficiaban de esa asociación). Encontrarse una que otra vez a Shermine, quien vivía muy cerca y era “amiga” de la mayoría de sus “amigos”, era el precio a pagar; no obstante, Tom se las arregló para comportarse cortés pero distante con ella.

A Shermine ese asunto le resultaba un desafío, y a la vez un desquite por haberse sentido usada; creía que Tom había jugado con ella al dejarle creer que le gustaba para luego evitarla evidentemente y su orgullo había sufrido un golpe con eso: ella era Shermine Shahrivar, la mujer que dominaba a los hombres que quería y los ponía a sus pies, no una a la que esos gemelos arrogantes podían usar y tirar a su antojo. Eso y la constatación de que la atención de los fans de Tokio Hotel le hacía muy bien a sus estadísticas de visitas, lo cual tenía una incidencia en la cantidad de ofertas de trabajo que se le ofrecían, hacían que no quisiera que él se asustara demasiado y terminara por escapar de su red, así que más bien su juego era de acercarse sin imponerse; al menos, por el momento.

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Despertar otro día sin Tom era demasiado difícil; a la vez que sentía toda su energía vital en bajos niveles solo por el hecho de no tenerlo cerca, también extrañaba ese buen sexo que los dos siempre lograban y que nadie más podría emular.

Mirando perezosamente a su teléfono, abrió las imágenes que había tomado unos días antes. No se permitía tener imágenes demasiado eróticas, ni desnudos, suyos o de Tom, en la galería de su móvil, por si de algún modo estas podían ser robadas —esas imágenes y videos los mantenía en un dispositivo que jamás conectaba en red para que nadie pudiera hackearlo— pero sí algunos selfies con poca ropa, como uno que se había hecho al despertar, la última vez que hicieron el amor antes de que Tom viajara, cuando todavía tenía el cabello rubio, solo en bóxers y con sus dos cruces y su medallita con la inicial de Tom. Decidió postearlo, puesto que así también le decía a Tom cuanto lo extrañaba.

Largas llamadas de skype, y llamadas desde el móvil en los momentos más inesperados, los tenían a ambos conectados. El día en que Bill al fin viajaría a Colonia, solo la voz de Tom diciéndole que estuviera tranquilo, que pronto estarían juntos, podía calmar un poco su ansiedad e impaciencia ante un vuelo muy demorado por problemas climáticos. Cuando aterrizó al fin en la ciudad, se fue directo a descansar a su hotel; solo quería dormir para que llegara pronto el momento de encontrar a Tom al día siguiente.

Y justamente Tom lo despertó, con una llamada desde el aeropuerto.
—Ya estoy saliendo para el hotel; estoy… loco por besarte, por tocarte, por…
—Yo también, Tomi; apresúrate —solo las palabras que Tom había pronunciado ya tenían a Bill con una erección empinándose en sus bóxers; se imaginó que seguramente su gemelo estaría más o menos igual, y sonrió pensando que pasaría si sus fans lo encontraran allí y notaran aquello. O si algún oído indiscreto había escuchado lo que Tom acababa de decirle; bueno, seguramente pensarían que hablaba con una amante.



Cuando Tom apareció en la puerta de la habitación, fue cosa de lanzar su equipaje y soportar el embate del cuerpo de Bill incrustándolo en la pared mientras atacaba su boca con besos fieros. Las palabras quedarían para después; en ese momento, ellos necesitaban hablar con sus cuerpos, con sus almas, algo que la distancia les impedía y por lo que sentían una desmedida añoranza; 5 días sin besarse, sin mirarse a los ojos para alimentarse el espíritu, sin perderse en la piel del otro y respirar de su aire, eran demasiado para ellos. Pronto ambos estaban desnudos, y Tom era quien entraba en Bill, ansioso, ávido de esa plenitud que alcanzaban cuando se hacían el amor, sin que importara quién de los dos dominase el encuentro de sus cuerpos.

Luego de que recobraran el aliento, entonces fue el momento de conversar, abrazados en la cama, uno frente al otro con las frentes unidas.
—Cuando vi esas fans en el aeropuerto, justo cuando iba a por el taxi… argh… sé que son nuestras fans y se lo debemos, que hay que sonreírles y ser amables, pero en ese momento las quería mandar bien lejos.
—Pobres chicas, Tomi, ellas no imaginaban que estabas adolorido dentro de tus jeans —Bill se rió ligeramente y para Tom fue como música.
—Solo… iba a terminar de enloquecer si no te veía pronto; no sé cómo resistí estos días ni cómo… voy a resistir otros más cuando te vayas.
—Tenemos que aprovechar estos dos días juntos, recargarnos bastante de energía para cuando nos separemos otra vez.
—Sí, tienes razón —se echó sobre él y reptó por su cuerpo dejando un rastro de saliva al pasar su lengua.
—Ah, Tom, siempre soy yo el más fogoso de los dos, pero tú ahora…
—Te he extrañado demasiado —lo miró desde la altura de su ombligo—, no puedo tener suficiente de ti —siguió bajando y dio un lametón al glande de Bill que sintió la excitación crecer en él otra vez.
—Tomi, ah… es tarde… tengo que estar en una charla con Oliver a las 2:45, y antes todos debemos… estar…
—Calla —lo interrumpió Tom—, tengo que hacer esto, lo necesito —Tom metió el pene de Bill en su boca, lo saboreó lentamente, y Bill no pudo protestar más; se dejó hacer, puesto que Tom era un verdadero experto en llevarlo al éxtasis de ese modo y nunca había logrado resistirse cuando Tom hacía algo como eso, ni siquiera las veces en que ya estaba con la ropa del show y listo para salir a cantar, y su gemelo insistía en ponerse de rodillas ante él y tomarlo en su boca hasta el clímax.

Lo que siguió fue una ducha compartida para ganar tiempo, pero que terminó siendo otra tanda de caricias y besos, y un desayuno-almuerzo que ambos necesitaban para no desfallecer después de tantas calorías gastadas en las dos últimas horas.

Poco antes de las 2 de la tarde, Georg y Gustav llegaron al festival y se reunieron con los Kaulitz para encontrarse con la prensa y los fans que esperaban. Bill participó en la charla junto a Oliver, mientras los otros miembros de Tokio Hotel lo apoyaban entre el público, y a las 6:45 fue el turno del estreno del documental. Posteriormente, todos encontraron a los fans de la banda para un Preguntas y Respuestas (Q&A) y fue evidente la complicidad que Bill y Tom mostraban en todo momento. Bill insistió en quedarse de pie junto a Tom, solo para poder inclinarse sobre él en cualquier momento, apoyarse en él, sentirlo todo el tiempo cerca. Una fan argumentó que al no tener subtítulos en inglés, algunas personas no entenderían nada del documental puesto que no entendían alemán, y Bill solo pudo contestar: “Al menos Tom se ve muy lindo en el filme”, con lo que atrajo risas y un poco de rubor de Tom, que no podía evitar su timidez especialmente cuando su amor le hacía un piropo en público. La comunicación interna entre ellos a través de su conexión iba paralela a la charla externa, y en un momento que Tom miró anhelante a Bill, este pudo sentir la necesidad de Tom y se inclinó junto a su oído: “Billy, tú también estás lindo, en el filme, y acá. Quiero que… tú…”; no tuvo que terminar la frase para que Bill entendiera y le asintiera sonriendo, y con una mirada pícara: sí, le haría el amor esa noche a Tom, lo haría como a los dos les gustaba más, él dominando y Tom entregado a sus caricias, dócil y tierno: “Pronto”, verbalizó casi inaudiblemente y Tom sonrió, ruborizado otra vez.
       



















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Otros 4 días de separación, y con la perspectiva de tener que asistir al lanzamiento de Montcler X y StyleBop, un evento oficial al que también Shermine estaba invitada; lo tenía bien presente porque ella se lo recordaba por teléfono siempre que él le tomaba la llamada.

Esta vez le estaba costando más tratarla amigablemente, porque si no fuera porque temía a lo que esa mujer pudiera decirle a la prensa si él se negaba a mostrarse cercano con ella ante sus amigos berlineses, habría inventado cualquier excusa para no asistir y marcharse a Los Ángeles con Bill lo antes posible. Pero dado que no podía hacerlo, al menos había reservado pasaje para el primer vuelo de la madrugada posterior; del evento saldría para el aeropuerto, y esa sería la excusa perfecta para invalidar cualquier otro plan que la mente diabólica de Shermine estuviera fraguando para obtener de él algo más.

Ya allí, posó para las cámaras de la prensa acreditada oficialmente, pero solo; Shermine anduvo dando vueltas por todo el salón, posando con todos, pero ni una sola vez logró que Tom se le aproximara cuando las cámaras estaban cerca. Ya mientras departían con el grupo de amigos era diferente, ahí no podía evitarla sin ser grosero o provocar suspicacias de los demás, pero se concentró en estar el mayor tiempo posible cercano a Leyla, quien era tan amiga de él y de Bill. Cuando Leyla se alejaba a hablar con otros conocidos y posar también un poco, Shermine aprovechaba para dirigirse directamente a Tom.






















—No entiendo por qué tienes que volar esta misma noche; pareciera que estás huyendo —lo dijo con una sonrisa pero Tom pudo sentir el veneno en las palabras, dichas en voz alta para que los otros amigos escucharan.
—¿Huyendo? No —él también podía jugar sus cartas, y no en vano se la pasaban él y Bill diciendo en cada entrevista que no podían estar separados por mucho tiempo—; solo ya necesito mi dosis de Bill, y de mis perros, especialmente de mi Capper —los demás asintieron, conscientes de que los gemelos no bromeaban con ese tema y que ellos realmente tenían un comportamiento dependiente, cosa normal en muchos gemelos idénticos.
—¿De veras no piensan separarse nunca? ¿Hacer sus propias familias? —insistió ella y Tom solo bebió de su trago antes de contestar con una carcajada y otra pregunta.
—¿Estás imitando a los periodistas de espectáculos? Creo que ya he respondido a esa pregunta unas cien veces en mi vida… más o menos.

Los demás también rieron y ella notó que estaba haciendo el ridículo así que se movió en busca de alguno de sus amigos en el salón.

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Tom llegó en su Cadillac, el que había dejado en el aeropuerto antes de marcharse días atrás; abrió la puerta y los perros le fueron encima para llenarlo de lamidas, ansiosos por recibir sus caricias; abrazó a Capper y lo besó, mientras Bill lo miraba sonriendo.
—Yo también quiero —bromeó y Tom solo respondió alzándose y tomándolo en brazos para besarlo; envueltos uno en el otro cayeron sobre el sofá, sin parar de besarse. Luego Tom escondió su rostro a un lado del cuello de Bill, mientras recuperaba el aliento.
—Me encanta como hueles, Billy, dan ganas de darte un mordisco —dicho y hecho mordió suavemente la piel del cuello de Bill, quien se removió riendo.
—¿Te volviste vampiro?
—¿Te hace vampiro morder cuellos? Entonces sí. Y debes haber sido tú el que me convirtió porque a cada rato me muerdes y dejas marcas.
—Tú me vas a dejar una marca ahora, ¿y qué dirán mis seguidores de Instagram cuando lo vean?
—Que te lo hizo tu amante. Anoche saliste con Devon y Shiro, ¿no? Seguramente escogerán a uno de ellos como culpable.
—Ugh, no, ni Devon ni Shiro me llaman la atención así…
—Ya lo sé, Maüschen, pero hay que ponerse en la mente de nuestras fans, hay muchas que solo quieren verte de novio con cualquiera siempre que eso elimine la posibilidad de que tú y yo tengamos algo... más allá de lo fraternal.
—Estoy escuchando algo de amargura ahí…
—Bibi, estoy cansado, hambriento, y necesitado de ti; preciso dormir, comer y que tengamos una larga sesión de sexo, pero no puedo hacerlo todo a la vez, y en parte que esté en esta situación es culpa de esas fans que nos “aman” tanto que prefieren vernos destruidos que amándonos uno al otro.
—Calma, Tomi, ya no nos vamos a separar. Come algo ligero ahora, descansa, y luego te invito a almorzar juntos, fuera; tenemos todo el tiempo para disfrutarnos ahora.
—Está bien —Tom se paró de sobre Bill—, comeré una manzana y dormiré unas horas. ¿Vendrás a hacerme compañía en la cama?
—Sí, solo espero que eso no te quite el sueño.
—Hum, en verdad estoy cansado, no podría hacer nada más que dormir…
—Ok, ve por tu manzana entonces, ya voy tras de ti.

Aún echado sobre el sofá, un rayo de sol calentaba su piel, así que Bill tomó su móvil y se hizo un selfie que publicó inmediatamente en Instagram con un comentario que tenía varios significados: “besado por el sol”.





1 comentario:

  1. Me encanta, espero que puedas seguir aun con todo lo que paso en ese mes donde supuestamente estuvieron separados.

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